Baobabs que crecen con la infraestructura de un edificio de 3 o 4 pisos, con habitaciones e incluso órganos sanitarios! Y a escala urbana una verdadera ciudad megabosque con medios de transporte integrados que no dejaría de crecer, repararse y renovarse naturalmente. Es mi propuesta de ficción biogenética del ilustrador Diego Weissel.
Esta megafloresta sería sintientes y su felicidad estaría directmente vinculada a la nuestra como sociedad, lo que propendería de forma natural y fluida hacia una simbiosis completa con los humanos quienes aportaríamos nuestros desechos a su alimentación colaborando también con el importantísimo esparcimiento de semillas y el cuidado ante sequías, plagas y enfermedades.
Los árboles gigantes a su vez nos aportarían con sus habitaciones, su temperatura corporal de 21°C (como sí regulan las plantas a pesar de aún impartirse lo contrario) e incluso un sistema de órganos internos que sirven de …inodoro y cloaca!
¿Sientes que la imaginación empieza a aletear para volar? A mi me pasa lo mismo cuando imagino lo que una evolución congruente, inteligente y cooperativa puede lograr en términos de libertad para ambos seres y toda la biodiversidad, y nó solo uno de ellos, el homocentrista, porque la experiencia ya nos demuestra a sangre y fuego que esto último es imposible.