Basta sólo la temperatura constante de 21°C de las hojas de los árboles para bajar varios grados el aire caliente que pasa por sus copas. El «efecto techo» es otra ayuda pero los árboles son mucho más que techos bonitos. Por eso, si alguna vez te dijeron o pensaste que podías cambiar el árbol frente a tu casa por un toldo y así lo hiciste, ahora debes estar sufriendo las infernales consecuencias.
Hasta hace poco se creía (y todavía se malenseña en las escuelas) que los árboles no regulan su temperatura. Los científicos trataban de elaborar innumerables explicaciones a la constatación de que la temperatura en los bosques, o cerca de árboles es mucho más fresca. Así descubrieron que la evaporación de agua por las hojas ayuda al árbol a mantenerse fresco, así como su reflexión de la luz solar y la inclinación de hojas e incluso sus pelillos (si los poseen).
Pero resulta que, como fué descubierto por investigadores de la Universidad de Pensilvania en 2008, todo eso es parte de los mecanismos que usan los árboles para regular su temperatura alrededor de los 21°C, lo que permite una fotossíntesis más eficiente y por tanto mayor generación de energía para alimentarse.
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